24 - marzo - 2019

Grooming, sexting y amor romántico

Los casos de adultos que se contactan con niñ@s y adolescentes con fines sexuales se han incrementado. Los casos de difusión de fotografías o videos de niñ@s con contenido sexual, también.

Marcela Perez Bogado

Me atrevo a decir que en cada familia con hij@s de este rango etario, se transitó, o lo hace actualmente, o bien conoce a alguien, víctima de alguna de estas situaciones.

Ambos están contemplados en el Código Penal, el primero en el artículo 131 y el segundo en el art. 128. Se los conoce por los anglicismos “grooming” y “sexting”.

La pregunta obligada: ¿cómo logra un adulto que una persona envíe fotografías suyas en poses sensuales o desprovista de ropa?

Una primera respuesta para descifrarla se encuentra en que esta persona adulta lo hace mediante un engaño, con acciones dirigidas a ganarse la amistad del niño, niña o adolescente a través de internet. Y para esto utiliza cualquiera de las redes sociales, páginas web o aplicaciones que permiten la interacción entre sus miembros.

Y es aquí donde hallo la relación con el mito del “amor romántico” y las princesas de las películas de Disney, o lo que sucede en los hogares.

En el inicio de estas relaciones, aparece el mito del príncipe azul: aquel que todas las niñas esperan. Que cumple con su estereotipo de que vendrá a brindar protección y colmará nuestras necesidades, será el proveedor. Príncipe que necesitamos para estar completas, tal como como las princesas. Y a quien se le debe enamorar todos los días, porque es nuestro rol, como mujeres, mantener su interés.

Entonces, en la era digital, el engaño produce acercamiento y una vez ganada la confianza, continúa con el envío de fotogafías sensuales, fotos de desnudez total hasta un eventual encuentro sexual final.

Se trata de una suerte de “prueba de amor” en la consolidación de la relación. Pruebas que, con el correr del tiempo se incrementan en intensidad.

Los peligros de estas primeras exposiciones, se encuentran en el mismo medio que se emplea: celulares o computadoras conectados a la red, ya que las imágenes y videos podrían desparramarse por el mundo, y aunque sólo fuera en su comunidad, o entre grupos de amigos dispuestos a compartirlas, el daño ya se habría producido.

La segunda parte en estas relaciones, es más grave aún, porque implica un paso más: el contacto sexual. Ese es el momento de la verdad: el príncipe azul, no es tal. Se trata de un adulto que se aprovechó de la inexperiencia y ganó su confianza. Con una identidad falsa utilizó el mito del “amor romántico” para lograr su único objetivo: abusar sexualmente de una persona. Ya en esta situación se servirá de las amenazas, la persuasión, o la fuerza.

Porque todos estos modos son una forma de dominación, para servirse del cuerpo del otro, como si fuese un objeto.

Pero…pero…si lo descripto en los párrafos anteriores lamentablemente pasa, la misma tecnología digital permite recuperar las fotografías, los videos, los chat de aplicaciones y redes sociales, etc.

Y es ahí donde la fantasía termina: el delito, que se creyó impune, podrá ser probado y el culpable resposabilizado.

Fuente: Diario Jornada.